Los objetivos a veces nacen de una idea, ya sea de una aspiración o de un malestar, pueden ser algo que ansiamos tener o algo que nos urge desaparecer.
Son cosas que queremos y perseguimos, y llegar a ello no sólo es esta parte de imaginar y perseguir, sino de querer actuar diferente, querer desprendernos de lo que hoy hacemos y de lo que hoy somos. Uy uy y esto no es lo difícil…Lo difícil es darnos cuenta que NO estamos dispuestos a renunciar a nuestros actuales hábitos para alcanzar ese objetivo tan “deseado”.
“Ayyyy, ¿Qué hago? ¿Renuncio porque me doy cuenta de que en realidad no haré cambios?” – ¡No, señor!
Lo que está pasando es que le estamos dando más valor emocional o de recompensa a nuestros hábitos (o comodidades) actuales que al objetivo y sus futuros beneficios.
Llevo años comiendo en exceso tanto salado como dulce.
Me encuentro satisfecha y sé que ya he comido lo que necesito porque he medido mis macros incontables veces, vamos, sé que no me estoy desnutriendo…pero no quiero (o puedo) parar de comer y vaya…
¡Siempre hay hueco para un postre… o dos!
En este ejemplo ficticio (o real… jeje) le estoy dando más valor al hecho de sentirme llena y de satisfacer mis ansiedades que al objetivo de moderar mi consumo de alimentos para bajar esos kilos que tengo de más y que año con año voy acumulando.
¿Saben qué pasa aquí? Es más reconfortante comer sin control y sentir libertad en “el exceso”, que la voluntad de decidir cuándo parar, porque el parar y moderar… no me genera placer.
Y ¡PUM! Nos vemos envueltos en una realidad que queremos cambiar, sabemos cómo pero no actuamos, nos frustramos, nos ponemos ansiosos y comienza la rueda del problema.
Estas líneas no tratan de dejarnos liados y… ¡Ciao!
Se trata de hacer consciencia de que debemos buscarle un valor potente al objetivo y de que el valor que le otorguemos gane al valor de los impulsos excesivos:
Por ejemplo, pueden ser:
- Lo guapa/guapo que me voy a ver y cuántas personas me lo van a decir.
- Que voy a tener que cocinar menos si como menos (¡Sin exagerar pues! No estoy diciendo que no comamos jeje).
- Despertar la curiosidad de qué pasaría si como más lento que los demás.
Recordemos que: El valor que le damos al objetivo es totalmente personal y será tan creativo como quieras.
Quisiera cerrar el texto con una pregunta incómoda… ¿Será que tú ya sabes por qué no llegas a tu objetivo? Muy adentro, todos lo sabemos.
Este camino no es fácil, pero sí es muy interesante y en el momento que lo decidas:
¡Estaremos ahí para escucharte y ayudarte a darle valor a tu objetivo!